Por: Manuela Castellanos
Con 2 hijos (y uno en camino) en este tiempo he tenido que orar bastante por gracia y sabiduría para formar a mis hijos. Una vez le escuche decir al maestro Derek Prince que a ningún niño se le tiene que enseñar a ser rebelde. Es parte de la naturaleza humana. Por ejemplo, uno como padre no tiene que enseñarle a su hijo a no compartir su juguete, es algo que por naturaleza lo hace. Todo lo contrario, les tenemos que enseñar sobre compartir, los limites, y no gritar o enojarse cuando las cosas no salen como ellos quieren.
Me encanta el libro de Proverbios. Tengo como disciplina personal, leer el Proverbio del día. Nunca dejo de aprender los grandes verdades escritas por el rey Salomon. Proverbios 19, contiene varios principios que como padres debemos estudiar y escuchar muy seguido sobre la disciplina. Ya que es muy fácil dejarse llevar por lo que los demás hacen, o por la manera en que nos disciplinaron a nosotros. Pero creo que la fuente de toda decisión que hagamos como padres debe provenir primeramente de la Palabra de Dios.
Proverbios 19:15
La vara y la corrección dan sabiduría; Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre.
El primer principio que aprendo de este verso es que la vara de corrección funciona en la formación de nuestros hijos. Algo que hemos determinado junto con mi esposo es no tolerar la rebeldía en nuestros hijos. Como padres no podemos alcahuetear los malos comportamientos de nuestros hijos, porque les haremos mayor daño que bien. Por ejemplo, si Noah le llega a pegar a su hermano, o abiertamente gritarnos a nosotros como sus autoridades de inmediato tenemos que tomar acción. Por lo general usamos el darle advertencias. Pero como todos los niños, hay días que las advertencias no son suficientes, entonces es ahí cuando tenemos que usar la varita. Por ejemplo, hace una semana, mi hijo Noah estaba un poco ‘terco’ en cuanto a sus deseos. En otras palabras, no quería escuchar la dirección que le estaba dando. Estaba probando mi paciencia. Con mucha persuasión logré que entrara a tomar su baño del día, dejé que jugara un poco. Y a la hora de salir, empezó a dar una ‘pataleta’ o sea; gritar, tirar todo los juguetes por todo lado… bueno creo que los padres me entienden de lo que estoy hablando. Fue ahí cuando junto con mi esposo nos tocó usar la varita. Nunca lo hacemos con cualquier objeto, y tampoco lo hacemos enojados porque no es herir a nuestros hijos sino corregir. La verdad, la varita es una bendición cuando se usa correctamente. Hemos visto la diferencia en Noah cuando se corrige el mal comportamiento, se vuelve un niño dócil, amable y como que sale lo mejor de el. Por eso el Señor en la Biblia usa varias veces la alegoría que así como un padre que ama a su hijo lo corrige, de igual forma Él nos corrige a nosotros por amor. (Deut 8:5, Pro 3:12).
Proverbios 19:15
La vara y la corrección dan sabiduría; Mas el muchacho consentido avergonzará a su madre.
Lo segundo que nos dice este verso es que debemos corregir. Cuando veo esto entiendo que con la rebeldía, o la necedad no se puede negociar. Cuando veamos un mal comportamiento debemos de inmediato tomar acción. Les soy sincera, la corrección toma tiempo. A veces no está dentro de los planes del día, pero es una de las tares más importantes que tenemos como padres formar a nuestros hijos (que son como esos diamantes en bruto) y quitar toda aspereza de su carácter hasta que se vuelvan en esos hombres o mujeres sabios en Dios. La corrección habla de un trabajo de repetición, de constancia. No es algo que se aprende de un día para otro. Por ejemplo, debemos esforzarnos por tener hijos amables, que sepan decir gracias, que no solo se enfoquen en ellos mismos sino desde temprana edad enseñarles el amor por el prójimo.
Los resultados de la disciplina:
Proverbios 19:17
Corrige a tu hijo, y te dará descanso, Y dará alegría a tu alma.
- Nuestros hijos no serán una carga para nosotros, o tampoco nos quitarán la paz o el descanso.
- Nuestros hijos crecerán para ser personas sabias lo cual es nuestro propósito en la formación.
- Nuestros hijos serán nuestra alegría.
- Nuestros hijos serán un motivo de honra y no de vergüenza.